Las cebollas, segunda siembra de nuestra historia como
huerteros.
Ha pasado mucho tiempo y casi un verano al que le faltó en
algunas ocasiones carburar bien la temperatura, pues tan pronto calentaba como
de repente, bajaba el mercurio.
Nuestras cebollitas se han mantenido en tierra desde abril,
desde aquella tarde en la que mi hermano Reisiguer las inundó una vez
sembradas. Y tras mucho regar, cavuchear, preparar, llegó agosto y su cuarto
menguante como momento señalado para la extracción del producto.
En esta ocasión fue agradable recoger algo que ha durado
tanto tiempo, pues hemos arrancado a testigos silenciosos del crecimiento de
nuestro huerto, ellas vieron las lechugas, y como fueron saliendo, han visto a
las tomateras, los pimientos, las nuevas siembras, y al final les llegó el
turno.
Resultado, ha salido de todo un poco: Cebollas gordas, no
tanto y cebollitas insignificantes que no valen para nada, en este caso último,
casi todas ellas situadas en la parte de arriba, donde la tierra, no vale para
mucho, por ser tan dura y húmeda.
La era las ha mantenido, y posiblemente al año que viene, de
seguir con esta aventura, todo indica a que las pondremos a caño.
De momento, un gran número de cebollitas descansan
secándose, a la espera de que las acabemos de arreglar para conservarlas en
cajas para el invierno.
Seguimos sacheando, el terreno cebolleril, desde ayer, ya
alberga vida nueva.
ESCAROLAS TIME.
Un abrazo y un saludo de LOS HERMANOS J.
AU,, AU, AU, AU, sachearrrrrrrrrrrrrrrr.
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