Venga, subimos la apuesta. Sentados en la barra de un casino
huerteril miramos al crupier con confianza, la confianza del que apura el
cuarto whisky de la noche. Somos los Hermanos J, ¿A qué esperas para darnos más
fichas?
Sabemos que todo buen huerto que se precie tiene que apostar por variedad y calidad. Nuestra ruleta rusa llena de lucecitas se para en un color, el rojo, el rojo de unos tomates que son ya nuestra tercera plantación y la alegría de un terreno que sigue creciendo.
De nuevo nuestro maestro huertero de cabecera, Don Jose
María (El Paraca) nos pega un aviso, “dagales, ya podéis venir a por los
tomates”. Nos ponemos en marcha, sabemos que aumentar el cultivo es aumentar
también las horas de curro en nuestra parcela, pero queremos tener de todo, y
vaya si tenemos de todo.
Nuestro amigo Chema nos tiene preparados, Tomates gordos, de
los de aquí de siempre, tomates de pera, tomates negros, y tomates de mata
baja. A esos, les sumamos unas de cherry que ya habíamos puesto.
Días antes, volvimos al capítulo uno, ampliar el terreno
para la segunda fase nos llevó otra tarde de quitar cosped, y arar a mano.
Fuente del Prao abre su tierra, sus caños a torno, y tate,
AQUÍ HAY TOMATE.
Camarero, otro doble, tenemos más fichas, más terreno que
atender. Pero esto para los Hermanos J a estas alturas del juego no es nada.
Seguimos avanzando.
Nuestro grito resuena atronador entre los caños
SACHEAR, SACHEAR, SACHEARRRRRRRR
No hay comentarios:
Publicar un comentario